martes, 14 de junio de 2011

Las netbooks y una nueva escuela


El martes pasado en la escuela donde trabajo hace 34 años (Escuela de Educación Media n°2, ex Colegio Nacional)) llegaron las netbook, como parte del programa Conectar Igualdad - implementado por la Presidencia de la Nación - que implica una política de inclusión digital que llegará a todos los alumnos y profesores de las escuelas públicas del país.
Como profesora que ha atravesado un largo camino, pensaba que ya nada iba a asombrarme. Pero el miércoles, cuando llegué a mi escuela y entré en el aula, al ver a mis alumnos frente a sus notebooks sentí que las fantasías del futuro leídas en Bradbury o en Philip Dick se hacían realidad. También sentí que estaba en el país con el que soñé cuando me formé como docente, un país en donde la educación es prioritaria. Y ahí estaba, en una escuela pública donde todos los chicos ingresaban en el mundo digital, en la nueva manera de alfabetizarse que imponen las actuales tecnologías, pero también en una escuela cuya biblioteca es alimentada progresivamente con libros de papel, las mejores ediciones de autores clásicos y contemporáneos, que envía el Ministerio de Educación. Libros y computadoras, y una nueva escuela que se abre a los desafíos de los tiempos que corren.
Porque la incorporación de las nuevas tecnologías en las escuelas es un desafío pedagógico que implica la reorganización de los saberes y las relaciones de autoridad en el aula.
Con el programa Conectar igualdad ya nada va a ser lo mismo en el ámbito educativo, estamos frente a un nuevo paradigma de enseñanza- aprendizaje en el que la pantalla es el nuevo escenario en el que los profesores diseñaremos nuestro trabajo.
Hoy, la alfabetización tradicional basada en la lectura y la escritura, no alcanza. Hasta no hace mucho, alfabetizarse significaba saber leer y escribir – una habilidad instrumental de primer orden- conocer y dominar los códigos del lenguaje textual y para ello, la institución escolar y los libros de texto cumplieron bien esta tarea.
Pero en la actualidad, el concepto de alfabetismo remite al dominio funcional de los conocimientos y las habilidades para manejar y manejarse con la tecnología, las imágenes fijas y en movimiento, la información, y ello con independencia de que en estos ámbitos el texto escrito, la lectura y la escritura continúan estando presentes y desempeñan un papel fundamental.
Ahora, más que nunca, es necesario que nuestros alumnos sean lectores competentes en cualquier tipo de soporte, capaces de desentrañar críticamente todo tipo de mensajes, textos e imágenes, puedan crear páginas web, elaborar hipertextos, usar los géneros discursivos de Internet (correo electrónico, foros, chats). Un reto para quienes hoy educan y se educan con las nuevas tecnologías. Porque si algo hay que tener claro es que en este nuevo entorno todos podemos aprender y todos podemos enseñar. Que se aprende en forma colaborativa, que se asumen diferentes roles en la búsqueda del conocimiento, y que queda un largo camino para transitar en este espacio de infinitas posibilidades que se abren.
Como todo cambio, genera miedos, dudas y escepticismo profético. Pero con el salto que la escuela pública ha dado ya no se puede volver atrás.
¿Qué cambian las TIC (Tecnología de la Información y la Comunicación)?
Mucho. En primer lugar es una herramienta de inclusión y una ventana abierta al mundo del conocimiento. Se tiene acceso a otras culturas y todos pueden manifestarse. Es un espacio esencialmente democrático.
Claro que la información acumulada no es necesariamente conocimiento. El papel de la escuela es ayudar a los jóvenes a construir significado puesto que la lectura sigue siendo la clave del conocimiento.
La pantalla de la computadora es un formidable espacio para acceder a la información, para intervenir de alguna manera en esa información, un lugar de encuentro (para la comunicación, para el trabajo colaborativo) para crear, para desarrollar recursos nuevos, colaborar, compartir.
Aventurarse en la red es permitir que los jóvenes abran las puertas y las ventanas de la imaginación, que confronten nuestros discursos con otros, que discutan, que amplíen sus horizontes culturales, que lean, escriban y compartan. ¿No era acaso el futuro que siempre hemos soñado? Pasen y vean.